martes, agosto 11, 2009

Puzzles Cronologicos.



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El clima es mas denso, ya casi no lo respira, se traga el aire a bocanadas grandes (se los traga a todos), se atora y luego vomita una sonrisa cínica; una herida que con los años se había vuelto una cicatriz imborrable.
Se sintió humillada, por el bullicio y su silencio, se sintió conmovida por su inutilidad y estremeció en un escalofrío de lástima. Se movió un poco, para disimular, aun creía (tenia la secreta esperanza) que alguien notaba su abstracción.
Quería entender, pero eso nunca había sido una tarea fácil. Llevaba mucho tiempo pretendiendo darle forma a todas esas cosas que se suponía estaban ahí pero que ella que nunca vió ni escuchó ni palpó, esas mentiras que ella misma se contaba se fueron empolvando y simplemente un día, de un segundo a otro, dejaron de estar ahí.
Miró y estaba vacío, le dio tiempo al tiempo, le dio tanto como su alma impaciente soportó hasta explotar en sollozos internos. Se desesperó al no poder encontrar aquellos bocetos que había hecho para recordar como la vida, la muerte, el amor, el odio y la esperanza suponían verse, así como le habían dicho que tenían que ser, pero ya no estaban sus desgastadas referencias y se quedo sola. ¡Que impotencia no sentirse dueña de si misma!, presa de la inutilidad.
Una voluntad desconocida confabulaba en su contra y ella comenzaba a dejarse estar, avanzaba lentamente por su cuerpo frágil, por su cuerpo indefenso, por su mente vulnerable.
Se encontraba en un trance y quería darse el tiempo para salir de él, lo intentaba con todo la fuerza que le quedaba a su espíritu cansado, buscó entre sus dedos algún segundo, pero no encontró ninguno, y así cada vez menos de que aferrarse. Intento convertir un suspiro en abrazo; intento abrazarse al aire, pero se escurría. Su estabilidad vaga se hacia evidente.
Pronto sucedió, la consecuencia que ella había previsto entre sueños. No pudo darle espacio al entendimiento. (Estaba tan llena de dudas que se convertía en una perdida de tiempo y no podía darse el lujo de gastar lo que no tenia). Las lágrimas que dejaba caer, así tan sufridas, dolorosas y amargas, se convirtieron en un argumento.
Deambula por una calle sin saber donde empieza o donde termina, con las piernas cansadas, las manos hastiadas y tantas dudas. ¡Tantas dudas!. Pensó: - ¿Caigo o me elevo? Quiero saber. -
Intentó emitir sonido, pero se le apagaba la voz y se quedaba inmersa en su penumbra. Se resignó ante la derrota del silencio (juraba haber oído su risa, su carcajada triunfante) y agachó la mirada.
Camino algunas cuadras y de pronto algo pasó, todo fue distinto, todo fue completamente distinto: Decidió. Terminó de convencerse de que ya no recuperaría lo que había perdido y se aseguró de tener para ella lo último que le parecía propio.
El silencio ya no reía; ahora ella era su dueña, era un todo lleno de nada, era lo que nunca antes pudo ser, algo concreto que tomo forma; una decisión.
Fijo la mirada en un resplandor rojo alzado sobre la esquina de la cuadra que había recorrido durante más de 20 años.
Se sintió, se volvió a sentir; se entrego a sí misma y se rió del silencio.
Cruzó la calle.
El tumulto de gente rodeó el cuerpo que yacía triunfante en su propósito, -¿Quien es?- preguntaban - ¿Qué paso? -.
¿Quién soy? ¿Que paso? Y no necesitó respuesta.

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Hören: Stockholm Syndrome -Muse.